miércoles, 3 de febrero de 2010

La sociología del “Apocalipsis Zombie”

    Como gran amante del cine de terror que soy, no han sido pocas las veces en que he podido “toparme” con estos muertos llevados a la vida de nuevo por misteriosas causas.
    Teniendo su origen en la “mitología” vudú, donde un “bokor”, es decir una especie de hechicero, revive a una persona fallecida gracias al uso de la magia vudú. Esta temática ha sido llevada durante un par de siglos a la ficción desde distintos ángulos. Desde enfermedades que hacen que la gente camine despacio e infecten a los demás, hasta “Soy leyenda” de Richard Matheson. El gran BOOM de los Zombies que ahora conocemos nos lo proporciona George A. Romero y su “inmortal” “La noche de los muertos vivientes”. Sobre sus orígenes considero esto suficiente para ponernos en situación. Para los curiosos, no tengo inconveniente en revelar que mi fuente ha sido la Wikipedia inglesa.

    http://en.wikipedia.org/wiki/Zombie

    Obviamente, siendo un tema de ciencia ficción, las causas de la capacidad de los muertos para volver a la vida no quedan claras. La base común es la necesidad del cerebro para que estos seres pueden desempeñar sus “quehaceres diarios”. Algunas películas teorizan con el uso de una parte del cerebro dedicada al instinto de alimentarse, lo cual explicaría lo “tontos” que son y el porqué solo se dedican a comerse a quien pillan por delante. Marvel Zombies, donde los zombies pueden hablar aunque sean presas de un incontrolable “apetito” (siendo reseñable el caso de Peter ‘Spiderman’ Parker comiéndose a su propia tía y a su esposa con su consiguiente remordimiento de conciencia tras saciar temporalmente su apetito),  establece que los zombies no se comen unos a otros dado que la carne infectada “no sabe bien”.

    Realmente, no nos engañemos, la actitud de los zombies la mayoría de las veces la dictan más los “intereses guionísticos” que la lógica o un buen conjunto de reglas establecidas. Algo parecido encontramos en las causas. Desde virus hasta maldiciones, pasando por parásitos y por extraterrestres, todo parece ser válido para que nos comamos los unos a los otros.

    Realmente, la norma general es que, ya caminen rápido o lento, todos se muerden unos a otros, y los que no son devorados antes de morir, se levantan para contagiar a más gente. No son inteligentes, no son más fuertes que cuando eran humanos. El problema lo encuentras en el número de ellos que te pueden atacar a la vez. Muchas barreras pueden ser arrasadas si empujan el número suficiente de personas. Otro asuntillo perturbador lo tenemos en que, al igual que los animales, parecen tener buen olfato y buscan alimentos vivos preferentemente. Un grupo de personas es como un faro para ellos, y acudirán en masa como adolescentes tras el “sexy idol” de turno.

    Bueno, tras todo este rollo que probablemente muchos ya conocierais, y habiendo establecido un poco la definición de zombie, comienzo con los aspectos sociológicos que son los que me interesan a mí.

    Y es que sí, amigos míos, las películas apocalípticas y las de zombies son auténticos tratados sociológicos en toda regla. Asumiendo que en este evento atestigüemos la vida de una persona, que a su vez no sea devoradas al instante, se producen una serie de acontecimientos comunes.

        1 – El primero es aceptar los hechos que tu mente racional niega. “Si, los zombies existen, no es un truco y como no me ponga a salvo yo seré uno de ellos en breve”.
        2 – Una vez llegados a este punto, de seguir vivos, nos toca afrontar el hecho de que para sobrevivir tendremos que matar a esas cosas. Podemos “puentear” nuestra conciencia pensando que no son humanos ya, que les hacemos un favor dándoles el descanso eterno, o cualquier otro método.
        3 – Armados, ahora toca lo peor. De las cosas más terroríficas a un nivel moral que podemos ver en este tipo de argumentos, la peor es que algunos de esos zombies sean familiares o amigos conocidos. Es difícil matar a una persona que forma parte de tu vida, por muy fea que esté y muchas ganas que tenga de comerte.
        4 – Suponiendo que lo hagamos, y podamos seguir pensando luego, hay que buscar un refugio, lo suficientemente sólido para que no lo rompan a las primeras de cambio. Ahí es donde realmente tenemos el problema. La sociedad actual está pensada para funcionar como un “organismo” y no es autosuficiente.
            Cuando abrimos el grifo, el agua sale por que hay centrales funcionando a todas horas que nos la proporcionan. La electricidad y la comida no son distintos. Necesitamos poder comer, beber, hacer “las necesidades” y respirar.
            Un supermercado parece una opción muy viable. El problema lo encontramos en que es grande y que es difícil de asegurar por completo antes de que lo arrasen nuestros nuevos vecinos. El problema lo tenemos en que este tipo de acontecimientos no suele “pasar”, es decir, no suelen terminar. Si quieres seguir viviendo, si quieres seguir pisando este mundo por caótico que sea, necesitas una fuente inagotable de alimentos y agua, y por grande que pueda ser un supermercado, se agota.
            Dado que normalmente no tenemos variedad de lugares que elegir, buscamos lo más seguro que tengamos a mano y luego ya veremos. El problema de eso, por necesario que sea, es que te acabas convirtiendo en un faro rodeado de zombies que intentan entrar para una “toma de contacto” contigo.
        5 – Si pretendemos mantener el refugio, necesitaremos hacer incursiones en lugares donde haya almacenada comida. Coger preferentemente alimentos no perecederos, dado que no tenemos garantizada ni la comida ni el agua. Adquirir fármacos es también una buena idea.

    Bueno, ya tenemos los 5 primeros pasos completos. Si seguimos vivos pues a afrontar los problemas nuevos.

    6 – En este punto introduzco una nueva variable. Normalmente, en el paso 4 no somos los únicos que tenemos la idea de refugiarnos, y acabamos montando una “micro–comunidad” en nuestro refugio. Aquí es donde entra el factor sociológico del asunto. Cada miembro de esa comunidad tiene su propio carácter, valor, intereses y emociones. Algunos no han asumido todavía el paso 1 y han llegado al 4 por azar o por suerte.
        La lógica en este punto es que todos funcionen como un equipo e intenten sobrevivir, pero normalmente esto no ocurre. Hay ventajas e inconvenientes en las micro–comunidades.

        VENTAJAS:
            a – El mayor número nos permite realizar actividades con mayor posibilidad de éxito, como incursiones en busca de recursos, asegurar el refugio lo mejor posible, tapiando todas las posibles entradas, y revisarlo concienzudamente para saber de que se dispone y si hay vías de escape o defensa.
            b – Si nuestros convecinos son profesionales en distintos campos, no relacionados con la banca, la bolsa, la venta de seguros y/o cualquier cosa “inútil” dadas las circunstancias podrán ayudarnos mejor en la supervivencia. Un médico podrá ayudar a los heridos no infectados, o adelantarse a los posibles infectados. Un fontanero arreglar las conducciones de agua y detritos. Un electricista mantener la luz... creo que ya os hacéis a la idea.
            c – El ser humano es un ser social por naturaleza. El poder hablar con semejantes mejora la estabilidad emocional del individuo.
            d – A mayor número de cerebros, asumiendo coeficientes intelectuales adecuados, lo que ya es mucho pedir, mejores ideas.

        INCONVENIENTES:
            A – Muchas veces acabas teniendo en tu refugio un zombie en potencia acompañado por un familiar, amigo, amante o similares. Esta persona está viva pero no por mucho tiempo. Eventualmente acabará por morir, levantarse y contagiar al primero que pille por el camino. También puede pasar que un contagiado, actuando de forma muy egoísta, decida ocultar su contagio hasta que ya es demasiado tarde.
            B – Alguno de ellos puede tener un carácter inestable, o dar órdenes que no siempre serán apropiadas. Pueden producirse “guerras civiles” por la autoridad del refugio y con suerte el refugio seguirá siendo seguro tras dicha guerra. También puede pasar que alguien pase por un ataque de pánico e intente hacer algún tipo de locura o quede sin reaccionar cuando se le necesita. Puede haber personas seniles en ese grupo, lo que en ocasiones puede llevar a la ruptura de la seguridad.
            C – En otros casos alguien los ve tan tontos que quiere abrir para escapar, sin pensar que al abrir entrarán todos a tropel.
            D – Los recursos se acabarán tarde o temprano y esto forzará la búsqueda de una vía de escape.
            E – Supervivientes externos pueden desear formar parte de esta nueva comunidad, a veces poniendo en peligro alguna de las entradas.
            F – La desesperación producida por la falta de actividad o de nuevos eventos crece en todos los miembros de la comunidad. Normalmente el exterior de tu refugio no parece que vaya a estar controlado. No hay comunicaciones, las radios y teléfonos no funcionan.
            G – Llevados por los nervios, alguien comete una torpeza fatal que, de ser en el momento menos inoportuno, llevará todo al traste.

    Bien, vamos a suponer que hemos conseguido controlar todo esto, lo cual es raro, dado que en la mayoría de los casos todos caen en este punto. Por poner un ejemplo, “La noche de los muertos vivientes (1990)” acaba en masacre tras (A, B, F y G).

    Ahora, somos una pequeña comunidad, nuestros recursos se agotan, y nos tenemos que plantear vías de escape.
        I – El problema es donde ir, dado que pocos sitios son seguros. No sabemos si la infección queda en tu pueblo, ciudad, continente, o a escala global. Tu próximo movimiento debería llevarte a alguna zona que cuente con agua corriente asegurada, esto es, ríos o pozos. El problema de los ríos es que si han caído demasiados cadáveres dentro acabarás infectado al beberla, ya sea del “virus zombie” o de cualquiera de las tantas enfermedades reales que obtenemos al beber agua putrefacta. Conseguir un sustento de comida ilimitado es casi imposible en la sociedad donde vivimos. No tenemos tiempo de cultivar la tierra ni tenemos forma de blindar una parcela para que pueda pasar el tiempo y ver nuestra nueva comida “crecer”.
        II – También podemos asumir el método nómada, es decir, ir de sitio en sitio saqueando para seguir adelante. Pero esto nos lleva al próximo problema. Conseguir un vehículo lo suficientemente grande para todos, donde a demás podamos meter reservas de comida y lo suficientemente estable como para que un grupo de zombies hambrientos no lo desestabilicen.
        III – Habiendo descartado (I) por ser imposible, decidimos el 2, pero para llegar a un vehículo, suponiendo que tengamos acceso a alguno, necesitaremos combustible, y lo más importante de todo: Armas y munición. Si se pretende bajar a echar gasolina, tiene que haber alguien que nos cubra para que no nos ataquen desprevenidos. Las armas de melee resultan relativamente útiles cuando se trata de zombies lentos y son pocos, pero si son de los rápidos o son muchos, solo por la inercia de su carrera hasta llegar hasta ti, caes al suelo y eso es mordisco casi seguro.
            Si vives en USA, donde puedes comprar armas hasta en el estanco de la esquina, entonces esto será fácil. En Europa esto es algo más complicado. Es una ironía, pero nuestro pacifismo nos hace vulnerables a los zombies. Hago constar en este punto, que como no tengo conocimiento de la existencia de zombies en la realidad, me opongo a la venta libre de armas como se hace en USA.

    Y me temo que hasta aquí podemos llegar. Probablemente el grupo se verá mermado poco a poco tras cada incursión para buscar recursos, ya sea combustible, comida o agua. Esto nos lleva al concepto de apocalipsis, dado que realmente, en cuestión de años acaba por llevarnos a la inexorable extinción de la raza humana. Teóricamente, hasta la de los zombies, dado que si no hay alimentos que digerir, eventualmente debieran de morir por segunda vez. Si el origen es un virus a lo Resident Evil, pues también caerán los animales y hasta las plantas. Todo lo que mute acabará muriendo por falta de recursos. Esto constata el concepto de Apocalipsis Zombie.

    ¿Donde se encuentra aquí la sociología? Pues en el hecho de que la sociedad funciona bien si las bases de la comodidad están sólidamente establecidas. Parafraseando a Tony Todd en “La noche de los muertos vivientes (1990)”, “El mundo tarda poco en irse a la mierda ante un problema”. Esto se traduce en cortes de luz o agua, perdida de medios de comunicación,...

    Llevados a este punto, con un factor de tensión externa continuo como los zombies que te miran con mala cara desde fuera de tu refugio, resulta prácticamente imposible que el paso III (buscar refugio mejor) pueda ser realizado con existo,  ya sea por la muerte de la totalidad de los habitantes del refugio por las causas anteriormente expuestas, o por alguna brecha en el mismo con la consiguiente invasión zombie.

    Por otra parte, resulta que estoy escribiendo esto desde mi cómodo teclado ergonómico, en mi mesa nueva, mientras escucho jazz y me abrigo con mi cómoda bata. Mi familia descansa plácidamente y todo va bien. El que se enfrenta a esto no tiene tiempo para pensar, sus nervios no están fríos, sus decisiones pueden ser erráticas, e incluso teniendo las ideas claras y con un arma en la mano, no es tan fácil encañonar a alguien, y mucho menos si es tu madre, tu padre, tu mejor amigo o tu pareja. Quizás con el suficiente tiempo serías capaz de hacerlo, pero los segundos de duda que tu conciencia te producen, no los tienen ellos para lanzarse a tu cuello.

    Realmente, no somos autómatas que podamos decidir sin un poco de humanidad. Si un miembro de nuestro grupo es conflictivo, no somos capaces de echarlo o matarlo para que no ocasione problemas. Si alguien que está vivo intenta entrar, haremos lo posible por que lo consiga. Si alguien está infectado pero vivo, trataremos de no matarlo hasta que sea zombie, aunque eso represente un grave peligro para nuestros intereses personales y sociales en estos momentos.

    No son pocas las veces en que he desperdiciado media hora de mi vida discutiendo con dos amigos donde vamos a cenar, porque uno quiere ir a un chino, otro a un McDonalds, y a otro no le gustan ni lo uno ni lo otro. Imaginad los debates y las discusiones cuando lo que tenemos que decidir es si matar a un infectado o al conflictivo, o rescatar a alguien que está fuera pero nos pide ayuda.

    Por otra parte, normalmente las personas no disponen de entrenamiento marcial o militar, lo que les impide mantener la sangre fría ante las decisiones.

    Todo lo anteriormente expuesto puede ser constatado con solo ver unas pocas de películas de muertos vivientes. Las situaciones que he expuesto y las reacciones se repiten de unas a otras. La causa no es que los guionistas sean más o menos buenos, sino que esta es sin duda la naturaleza humana.

    Todo esto, tras haber visto “Dead Set, muerte en directo” esta noche, me hace pensar en muchas cosas. Me hace sentirme agradecido por mi bata, mi Jazz, mi ordenador y por vivir en la relativa comodidad de mi vida. Hace que los problemas como el precio de tal o cual producto, el retraso de un juego, o que se acabe la Cocacola Light queden como las nimiedades que en realidad son.

    No hace falta vivir entre zombies para comprender esto. Cualquiera que vea las noticias estos días y contemple Haití podrá ver ciertas similitudes. La naturaleza humana sigue siendo la misma. Sigue habiendo guerras por recursos, personas inestables o egoístas, o gente que pierde la esperanza y hace locuras.

    Me pregunto qué tipo de persona sería yo en circunstancias de este calibre, ya sean reales o de ciencia ficción. Mi discapacidad probablemente acabara conmigo en poco tiempo, o quizás fuera de los suertudos que llegan a ver el día siguiente. ¿Sería capaz entonces de mantener la sangre fría y hacer gala de lo que mi inteligencia dé de sí, o me volvería loco e impredecible?

    Como veréis tras leer todo esto, el mayor terror de una película de zombies no se encuentra en la sangre, ni en las vísceras humanas que podamos encontrarnos. El terror se encuentra en nuestra propia naturaleza y en el ser capaces de adaptarnos a una situación tan diametralmente opuesta a la que nuestras vidas diarias nos ofrecen. Ser capaces de decidir sobre la vida de alguien o la tuya en fracción de segundos. Ser capaces de vivir con las atrocidades morales que hayamos hecho en pos de nuestra propia supervivencia. Y sobre todo y ante todo, ser capaces de poner fin a nuestras vidas si el seguir viviendo llevará a la muerte inexorable de otras personas, como es el caso de los contagiados.

    Termino esta enorme disertación recordando lo necesario que ha sido siempre la colaboración en equipos para la subsistencia. Desde los hombres de las cavernas, que se alían para cazar animales grandes, hasta las complejísimas sociedades que hoy formamos. Eso somos los seres humanos, criaturas débiles por naturaleza, pero poderosas cuando olvidan el individualismo y buscan el bien común.

    “El bienestar de la mayoría, supera al bienestar de la minoría, o al de uno solo” Spock (Leonard Nimoy), Star Treck.

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